Caminar entre dos planetas (cap. I)

Isabel A Hermosillo
2 min readJun 27, 2019

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Capítulo I
¿Cómo abandonar el Planeta? (traducción)
Salir del lenguaje madre (bitácora de traducción)

Un ejercico de traducción de La Guía Definitiva del Autoestopista Intergaláctico escrito por Douglas Adams.

Photo by Greg Rakozy on Unsplash

¿Cómo abandonar el Planeta?

  1. Llame a la NASA. Su número telefónico es (713) 483–3111. Explique que es muy importante que escape tan pronto como sea posible.
  2. Si ellos no se muestran cooperativos, llame a cualquier colega que pudieses tener en la Casa Blanca — (202) 456–1414 — para que hablen en tu nombre ante los individuos de la NASA.
  3. Si no tiene ningún colega en la Casa Blanca, llame al Kremlin (pida al operador internacional que lo conecte al número 0107–095–295–9051). En ese lugar ellos tampoco tienen amigos (o, al menos, ninguno del que hablen) pero parecen tener cierto grado de influencia, así que te valdría intentarlo.
  4. Si esto también falla, busque al Papa para que le oriente. Su número telefónico es 011–39–6–6982 y tengo entendido que su conmutador es infalibe.
  5. Si todos estos intentos fallan, pida ayuda a un platillo volador y explique que es de vital importancia que usted escape antes de que llegue su recibo telefónico.

Douglas Adams

Los Ángeles 1983 y
ondres 1985/1985

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Salir del lenguaje madre:

Lo esencial en la traducción es la capacidad de dejarse caer al vacío. Cuando esta lenguanauta se aventura en la exploración de un segundo lenguaje a partir del propio — como si un corazón se operase a sí mismo usando sus ventrículos como herramienta — , se adentra en las profundidades de la (re)construcción de otra realidad. Inmediatamente, el viaje se convierte en uno hacia sí mismo, desde el andamiaje estructurado que es la lengua.

Por una parte, hay que reconocer el propio lenguaje: cómo comunico en mi lengua madre. Por otra, tenemos que reconocer el otro lenguaje como si siempre hubiésemos estado sumergidos en él: acceder a la naturalidad de un hablante nativo que creció en medio de una — o más — lenguas. Y esto implica posarse frente al espejo y ver cómo opera en la otredad, así se observarán los patrones esenciales que responden más a lo cotidiano que a aquello estrictamente gramatical. La traducción obtendrá un ritmo natural, cierta cadencia orgánica.

Entonces hay que dar el salto dentro del espejo, sin quebrarlo. Hay que convertirse en una lenguanauta para ser capaz de navegar los dos mundos; la sorpresa reside en que las diferencias lingüísticas son las mismas que construyen las uniones entre una lengua y otra, sumando, por supuesto, sus propias peculiaridades. Dejarse caer de la lengua madre, que nos pare, hacia el gran vacío de la tierra.

| Bitácora de la lenguanauta Kobayashi.

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Isabel A Hermosillo

Pienso más en escribir que lo que escribo. Espanglisheo un chingo. Cada día más nerd.